Federico González Frías

Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos

(Algunas entradas)

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HERMAFRODITA

Se dice de aquellos que poseen los dos sexos. Esta expresión no debe entenderse de modo material, pese a que hay o haya habido sujetos con ambos sexos más o menos determinados, lo que pertenece a otro orden, aunque igualmente tocante a la bisexualidad.

Se trata aquí de la confluencia de los dos sexos en una sola individualidad tomada de modo simbólico. En efecto, se dice que el hombre en sus comienzos era andrógino (Androginia Primordial) y posteriormente ha sufrido un proceso de polarización. Platón asegura que en el comienzo el ser humano era esférico y que luego se dividió en dos partes que ansían unirse constantemente. Pero estas dos mitades no son la masculina y la femenina como en la mayoría de las Tradiciones, sino que son homosexuales y ambas desean reintegrarse para gozar de la complementariedad realizada en su masculinidad que se refleja en el otro cuerpo y entrambos conforman una auténtica hombría y, de hecho, son los mejores unidos bajo la bendición de Eros. Esta complementación de los contrarios también se afirma en las mitologías griega e hindú que creen en un huevo original que se dividió en dos mitades, por lo tanto la creación macrocósmica como la microcósmica tienen su origen en la Unidad.

Respecto a la creación del ser humano la Biblia explica que Dios: hombre y mujer los creó y luego de una parte del hombre se creó a Eva, diferenciándose así los sexos.

2. En el Zohar se dice lo siguiente (sección Bereschit A, 82): El hombre es macho y hembra, y no se le llama hombre (Adán) a menos que ambos estén incluidos.Tal cual se lo ve en el grabado adjunto.

3. Tanto en la Tradición Hindú como en la precolombina, la esposa es la shakti del esposo, es decir, su contraparte femenina. Lo mismo sucedía con las diosas griegas y de otros panteones, y sus parejas, aunque casi todas las griegas procrearon con Zeus-Júpiter. Estas nociones no son hoy tan difíciles de comprender puesto que suele pensarse que en los hombres hay un aspecto femenino, y viceversa, tal como en la Tradición China en el yang hay un aspecto yin, e igualmente lo contrario.

En la Tradición Hermética, y en otras tantas, la unión de los contrarios produce el hermafrodita alquímico, fruto de la iniciación, lo que es visto como una vuelta al Origen.

4. Asgaya Gigagei era el dios del trueno entre los indios chéroquis; en las oraciones que se le hacían se le llamaba tanto Hombre Rojo como Mujer Roja, lo que parece que indica que era uno de los dioses hermafroditas frecuentes en la mitología indígena.

Ahsonnutli, o Estsahatlehi, era el dios principal de los indios navajo de Nuevo México. Era adorado como el creador del cielo y de la tierra. Combinaba en sí las cualidades de ambos sexos y se le conocía como el Hermafrodita Turquesa. (→ Homosexualidad).

HOMOSEXUALIDAD

Se conoce de modo general que los griegos, al menos de la época de Platón, eran homosexuales –aunque una obra tan antigua como la Ilíada nos cuenta de la ira de Aquiles al encontrar asesinado a su amante Patroclo y la venganza que esto desató, al punto que se produjo una inflexión decisiva en el curso de la guerra de Troya. En el tiempo de Platón, este autor en El Banquete nos dice por boca de Pausanias:

… el Eros de Afrodita Pandemo es, en verdad, vulgar y lleva a cabo lo que se presente. Éste es el amor con el que aman los hombres ordinarios. Tales personas aman, en primer lugar, no menos a las mujeres que a los mancebos; en segundo lugar, aman en ellos más sus cuerpos que sus almas y, finalmente, aman a los menos inteligentes posible, con vistas sólo a conseguir su propósito, despreocupándose de si la manera de hacerlo es bella o no. De donde les acontece que realizan lo que se les presente al azar, tanto si es bueno como si es lo contrario. Pues tal amor proviene de la diosa que es mucho más joven que la otra y que participa en su nacimiento de hembra y varón. El otro, en cambio, procede de Urania, que, en primer lugar, no participa de hembra, sino únicamente de varón –y éste es el amor de los mancebos–, y, en segundo lugar, es más vieja y está libre de violencia. De ahí que los inspirados por este amor se dirijan precisamente a lo masculino, al amar lo que es más fuerte por naturaleza y posee más inteligencia. Incluso en la pederastia misma podría uno reconocer también a los auténticamente impulsados por este amor, ya que no aman a los muchachos, sino cuando empiezan ya a tener alguna inteligencia, y este hecho se produce aproximadamente cuando empieza a crecer la barba. (180d-181d).

Y un poco más adelante (→ Eros):

Nuestra norma es, efectivamente, que de la misma manera que, en el caso de los amantes, era posible ser esclavo del amado voluntariamente en cualquier clase de esclavitud, sin que constituyera adulación ni cosa criticable, así también queda otra única esclavitud voluntaria, no vituperable: la que se refiere a la virtud. Pues está establecido, ciertamente, entre nosotros que si alguno quiere servir a alguien, pensando que por medio de él va a ser mejor en algún saber o en cualquier otro aspecto de la virtud, ésta su voluntaria esclavitud no se considere, a su vez, vergonzosa ni adulación. Es preciso, por tanto, que estos dos principios, el relativo a la pederastia y el relativo al amor a la sabiduría y a cualquier otra forma de virtud, coincidan en uno solo, si se pretende que resulte hermoso el que el amado conceda sus favores al amante. Pues cuando se juntan amante y amado, cada uno con su principio, el uno sirviendo en cualquier servicio que sea justo hacer al amado que le ha complacido, el otro colaborando, igualmente, en todo lo que sea justo colaborar con quien le hace sabio y bueno, puesto que el uno puede contribuir en cuanto a inteligencia y virtud en general y el otro necesita hacer adquisiciones en cuanto a educación y saber en general, al coincidir justamente entonces estos dos principios en lo mismo, sólo en este caso, y en ningún otro, acontece que es hermoso que el amado conceda sus favores al amante. En estas condiciones, incluso el ser engañado no es nada vergonzoso, pero en todas las demás produce vergüenza, tanto para el que es engañado como para el que no lo es. (184b-184e).

Oigamos lo que dice Diótima, maestra de Sócrates:

¿Qué debemos imaginar, pues –dijo–, si le fuera posible a alguno ver la belleza en sí, pura, limpia, sin mezcla y no infectada de carnes humanas, ni de colores ni, en suma, de otras muchas fruslerías mortales, y pudiera contemplar la divina belleza en sí, específicamente única? ¿Acaso crees –dijo– que es vana la vida de un hombre que mira en esa dirección, que contempla esa belleza con lo que es necesario contemplarla y vive en su compañía? ¿O no crees –dijo– que sólo entonces, cuando vea la belleza con lo que es visible, le será posible engendrar, no ya imágenes de virtud, al no estar en contacto con una imagen, sino virtudes verdaderas, ya que está en contacto con la verdad? Y al que ha engendrado y criado una virtud verdadera, ¿no crees que le es posible hacerse amigo de los dioses y llegar a ser, si alguno otro hombre puede serlo, inmortal también él?

Esto, Fedro, y demás amigos, dijo Diotima y yo quedé convencido (Platón, Banquete, 211d-212b).

EROS

Nadie mejor que Platón para hablarnos de la naturaleza de Eros; efectivamente, después de quejarse amargamente de que los poetas hayan entonado himnos a todos los dioses, menos a Eros, Fedro se explaya de este modo subrayando esta injusticia:– Pues ser con mucho el dios el más antiguo, dijo, es digno de honra y he aquí la prueba de esto: padres de Eros, en efecto, ni existen ni son mencionados por nadie, profano o poeta. Así, Hesíodo afirma que en primer lugar existió el Caos y luego la Tierra de amplio seno, sede siempre segura de todos, y Eros.

Y con Hesíodo está de acuerdo también Acusilao en que, después del Caos, nacieron estos dos, Tierra y Eros. Y Parménides, a propósito de su nacimiento, dice: De todos los dioses concibió primero a Eros. (Platón, Banquete, 178 a-b).

A lo cual se opone Agatón manifestando que:

A ésta, [la vejez] en efecto, Eros la odia por naturaleza y no se le aproxima ni de lejos. Antes bien, siempre está en compañía de los jóvenes y es joven, pues mucha razón tiene aquel antiguo dicho de que lo semejante se acerca siempre a lo semejante. Y yo, que estoy de acuerdo con Fedro en otras muchas cosas, no estoy de acuerdo, sin embargo, en que Eros es más antiguo que Crono y Jápeto, sino que sostengo, por el contrario, que es el más joven de los dioses y siempre joven, y que aquellos antiguos hechos en relación con los dioses de que hablan Hesíodo y Parménides se han originado bajo el imperio de la Necesidad y no de Eros, suponiendo que aquéllos dijeran la verdad. (Platón, Banquete, 195 b-c).

Sin embargo, siguiendo a Ficino esos dos parlamentos son igualmente válidos y no se oponen entre sí, sino que se complementan, como es el caso de otros diálogos de Platón, que confronta ideas, para tocar al lector, agregamos nosotros, aunque nos parece muy importante e intrigante la relación que hace entre la Necesidad y Eros.

Y el mismo Agatón más adelante eleva un himno descriptivo a Eros, cumpliendo así con aquello que se daba en faltar.

Él es quien nos vacía de extrañamiento y nos llena de intimidad, el que hace que se celebren en mutua compañía todas las reuniones como la presente, y en las fiestas, en los coros y en los sacrificios resulta nuestro guía; nos otorga mansedumbre y nos quita aspereza; dispuesto a dar cordialidad, nunca a dar hostilidad; es propicio y amable; contemplado por los sabios, admirado por los dioses; codiciado por los que no lo poseen, digna adquisición de los que lo poseen mucho; padre de la molicie, de la delicadeza, de la voluptuosidad, de las gracias, del deseo y de la nostalgia; cuidadoso de los buenos, despreocupado de los malos; en la fatiga, en el miedo, en la nostalgia, en la palabra es el mejor piloto, defensor, camarada y salvador; gloria de todos, dioses y hombres; el más hermoso y mejor guía, al que debe seguir en su cortejo todo hombre, cantando bellamente en su honor y participando en la oda que Eros entona y con la que encanta la mente de todos los dioses y de todos los hombres. (Platón, Banquete, 197 c-e).

Para finalizar, en este Diálogo aparece Sócrates quien invocando la autoridad de su maestra Diótima explica que Eros es un → démon, y por tanto un espíritu intermediario que igualmente toma otras formas vinculadas con la transmisión, la ignorancia y la sabiduría dada por su intermedio, y por ello este espíritu celeste inspirado por la deidad e hijo de Afrodita acuciado por la necesidad de unir las cosas entre sí, está estrechamente vinculado a la Necesidad (de conocer), según nos parece.

Hay un Eros cósmico y un Eros supracósmico, que desciende a unir toda la masa del Universo, digamos de éste que es un dios no humano.

2. Dice Hesíodo en su Teogonía (trad. de Paola Vianello de Córdova):

Primeramente, por cierto, fue Abismo; y después, Gea de amplio seno, cimiento siempre seguro de todo inmortal que habita la cumbre del Olimpo nevoso, y Tártaro oscuro al fondo de la tierra de anchos caminos, y Eros, que es entre los inmortales dioses bellísimo, que desata los miembros, y de todos los dioses y hombres domeña la mente y la voluntad prudente, en el pecho. (116-124).

Como vemos este dios, que no aparece en Homero, es el más bello de los dioses y encanta tanto los corazones de sus pares como los de los hombres. Se lo consideró el más joven de todos los olímpicos, hijo de Afrodita, Cupido es su camarada perpetuo. Dios de la unidad por excelencia; esa misma cualidad es propia del amor. La palabra hebrea Ahabah: Amor, numéricamente equivale a la palabra Ehad (Uno) y por tanto se identifica con la sefirah Kether. (→ Afrodita, Homosexualidad).

AFRODITA-VENUS

Nacida de la espuma del mar (esperma) después de que Saturno le cortara los testículos a Urano (cielo) y montada en una concha, Venus ha sido el ejemplo del Amor, en especial de la atracción sexual simbolizada por Eros, elemento fundamental de cohesión en la manifestación universal. Son conocidos sus amores con el guerrero Marte y también con Adonis, muestra de la atracción por la belleza física, como introducción a la auténtica Belleza; desde antiguo se ha distinguido a dos Venus: la uránica y la pandemos, la celeste y la popular, aunque las dos están ligadas al instinto sexual. En las iconografías, ambas se asocian con la manzana.

2. Así pues, quede dicho cuál es tal divina concepción. Dicen, desde luego, que la primerísima Afrodita es engendrada por causas dobles: una, como causa por lo cual, otra, como causa generativa. Dicen, en efecto, que Crono colabora con la procesión de ella como la causa por lo que, invocando la potencia fecunda del padre y // transmitiéndola a los órdenes intelectivos, y que Urano colabora como productor y causa, al revelar a esta diosa a partir de su propia abundancia generativa. Entonces, ¿por qué otra causa tenía que tomar hipóstasis la que reúne a los diferentes géneros según una sola aspiración a la belleza, sino de la potencia ensambladora de Urano? // Así, Urano la produce a partir de la espuma de sus partes fecundas una vez arrojado al mar, como dice Orfeo (Orph. fr. 127):

Y cayeron órganos genitales de lo alto al mar, y en torno a ellos, / que navegaban, se agitaba por doquier una blanca espuma; / y cumplidos los ciclos estacionales, el año engendraba / una doncella venerable, a la que acogieron en sus manos / al nacer, primero Envidia y Engaño juntos.

Y a la segunda Afrodita la produce Zeus a partir de sus propias potencias generativas y juntamente con él la produce también Dione; // pero la segunda Afrodita procede de la espuma del mismo modo que la primera; y acerca de ella dice así también el mismo teólogo (Orph. fr. 183):

De éste se apoderó un gran deseo, y de los genitales del excelso padre / saltó el germen de la espuma, y el mar acogió / el semen del gran Zeus; y al cumplirse el ciclo anual, / en las estaciones de bellas plantas, engendró a Afrodita que promueve la risa, / nacida de la espuma.

Por consiguiente, las diosas se diferencian unas de otras según las causas, según los órdenes y según las potencias; pues la que nace de Urano es hipercósmica y elevadora hacia la belleza inteligible y es dispensadora de la vida pura, y separa de la generación; la // de Dione gobierna todas las series coordinadas que están en el mundo de Urano y en la tierra, enlaza unas con otras y perfecciona sus procesiones generativas por medio de la combinación en armonía. Y están unidas entre ellas según la semejanza de su hipóstasis; pues a partir de las potencias generativas proceden, por una parte, la del ensamblador, // por otra, la del demiurgo. Y el mar manifiesta la vida desplegada e ilimitada, y su profundidad que avanza en todo, mientras que la espuma manifiesta lo más puro, lleno de luz y potencia fecunda y que nada sobre toda la vida y cual flor es lo más elevado de ella. Por tanto, Afrodita ha aparecido como // lo más uniforme y puro de toda vida. (Proclo, Lecturas del Crátilo de Platón, CLXXXIII).

3. Afrodita –siempre nombrada por Homero en la guerra de Troya– procura el amor entre Helena y Paris, manteniendo su apoyo al bando troyano.

En Roma, Venus es la diosa madre por ser la progenitora de Eneas; pero siempre encarnando la imagen del Amor, de Eros, aunque éste no es el mismo para Hesíodo que para Platón; sin embargo, ambas concepciones son válidas y hasta complementarias por su carácter intermediario y además fundamentales en la Creación.

Un alter ego de la diosa, a veces considerado su hijo, es el alado Cupido, capaz de vehicular sus mensajes particularizándolos, por medio de sus famosas flechas, portadoras del Amor.

4. Yo soy Venus, diosa célebre y venerada en la tierra y en el cielo, propicia a cuantos habitan entre el Ponto Euxino y los confines del Atlántico y ven la luz del sol, rindiendo homenaje a mi poder, y funesta a los que se ensoberbecen contra mí. Es conforme a la naturaleza de los dioses que reciban placer de los honores que se les tributan. Pronto probaré esta verdad, porque Hipólito, hijo de Teseo, descendiente de las amazonas y discípulo del casto Piteo, es el único mortal que en Trecene se atreve a escarnecerme, diciendo que soy la peor de las deidades, y odia el lecho nupcial, y no quiere casarse y rinde culto a Diana, hermana de Febo e hija de Júpiter, creyendo que es la diosa de más poder, y vive siempre en su virginal compañía en la verde selva, persiguiendo a las fieras con sus ágiles perros frecuentando su trato y dándose más que humana importancia. (Eurípides, Tragedias).

5. El equivalente egipcio de la diosa griega y de la fenicia Astarté es Hathor, relacionada con Isis y como diosa del amor descendiente directa de la Ishtar mesopotámica. Hija de Ra y esposa de Set, aparece asociada a Bes. De diosa del amor se convirtió en una deidad guerrera. Su aspecto iconográfico es el de una mujer con cabeza de vaca o posteriormente de leona, tal como Sekhmet, coronada por un disco solar.

6. En el modelo de la creación del hombre que se da en la Koré Kosmou, los dioses enuncian los atributos que implantarán en los hombres; allí Afrodita dice (→ Eros):

"Yo les añadiré Deseo, Placer y Risa para que no sea tan dura la pena de esas almas a mí emparentadas que soportan la condena más terrible" Y Dios se gozaba, hijo, al oír estas palabras de Afrodita. (Extractos de Estobeo, XIII, 28).

7. El planeta Venus es fundamental para la simbólica precolombina puesto que este astro es Quetzalcóatl y sus exactas réplicas, Kukulcán, Gucumatz, Viracocha, etc.

Venus recorre el cielo de una manera que intrigó a los sabios precolombinos puesto que intuyeron que la estrella de la mañana, el heraldo del sol, era a la vez la estrella vespertina, compañera de la luna.

Y lo que comprendieron fue que:

"El planeta Venus describe en el cielo un 'excéntrico' recorrido que comprende también un movimiento retrógrado. El período de Venus es de 584 días y se divide en cuatro partes: durante 250 días es la estrella vespertina, luego se torna invisible por 8 días, aparece de nuevo como estrella matutina por 236 días y desaparece finalmente por 90 días para volver a ser nuevamente la estrella vespertina, etc. Si tomamos como punto de partida a Venus en un día en que aparece a las seis de la tarde, cerca de poniente, después de puesto el sol, podemos observar que a partir de ese momento, los días subsiguientes a la misma hora, Venus se aleja del poniente y aparece a mayor altura hasta que su elongación máxima alcanza los cuarenta y seis grados, quedando entonces como estacionario durante varios días. Ha realizado un movimiento retrógrado. Luego se va aproximando cada vez más a poniente hasta desaparecer por estar en conjunción con el sol. Posteriormente vuelve a aparecer por levante, como estrella matutina, hasta alcanzar nuevamente una elongación de cuarenta y seis grados donde se mantiene estacionario, para retornar cada vez más hasta el Oriente y desaparecer otra vez en la otra conjunción solar, a la que se distingue de la anterior al llamárselas inferior y superior. Es decir, que el movimiento llamado directo es el que se efectúa de izquierda a derecha, como las manecillas del reloj y el retrógrado es el inverso. O sea, que el primero se realiza circunvalando al eje que queda sobre la derecha y el segundo teniendo el eje a la izquierda. Es necesario aclarar que las culturas precolombinas tomaban en consideración el nacimiento de Venus en el Este donde iniciaba su recorrido. Para los aztecas el ciclo comenzaba en ce acátl, signo del Este y de Quetzalcóatl-Venus." (Federico González, El Simbolismo Precolombino, cap. X, en nota).

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